¿Dónde se encuentra el Santuario en honor al Divino Niño Jesús? El Santuario en honor al Divino Niño Jesús en Bogotá. Así como las repercusiones económicas en el gremio del turismo van más allá de los parques naturales, los museos o las agencias locales. El cierre de muchas iglesias también afectó a centenares de familias que viven de los fieles que van a misa todos los domingos.
Vendedores ambulantes, locales religiosos, restaurantes, cafeterías, florerías y muchos otros en una situación compleja. Pensar en esta situación me recordó un lugar en especial: La Obra Salesiana del Niño Jesús, también conocido como el Santuario del Niño Jesús o del 20 de Julio, en Bogotá, Colombia.
Esta iglesia fundada en 1942 por los Salesianos recibe de 200 a 250 mil devotos cada domingo, según cifras de diarios locales. Cada semana cientos de fieles hacen la novena al Niño Jesús, la devoción por esta imagen es una de las más tradicionales en Bogotá.

El Padre Salesiano Juan del Rizzo fue uno de los responsables de esta veneración. Al llegar al sur de Bogotá quiso usar la imagen del Niño Jesús de Praga, pero las autoridades eclesiales no lo permitieron. Como él fomentaba la honra a la infancia de Jesús, viajó a Roma y encargó otra imagen. Tiempo después de su llegada e instalación en el templo del sur de Bogotá, los milagros empezaron a difundirse, lo que creó una enorme devoción en la comunidad.
Mis recuerdos de niña en el Santuario del Niño Jesús
Millones de personas se trasladan año tras año a este Santuario del Niño Jesús. Yo, vivía a pocas cuadras (20 minutos caminando o 10 en colectivo). Cuando era niña íbamos todos los domingos a una de las 28 misas -sin contar las campales- que para entonces se celebraban.
Durante la solemnidad, con mis dos hermanos hacíamos competencias para calcular cuánto faltaba para el final de la misa, le pedíamos a mi mami que nos mostrara el reloj “Cuando el palito más largo llegue al 12, se acaba” -decía-; porque claro, la misa dura una hora exacta. Para conseguir espacio para sentarse teníamos que llegar diez minutos antes, y sí otro cálculo del palito más largo del reloj de mamá.
Muchas veces tuvimos que quedarnos de pie, mi hermano se sentaba en los zapatos de papá, eran las sillas más codiciadas; como era tan pequeño, cabía en todos lados. Otras veces, la risa se apoderaba de nosotros y nos ganábamos un pellizco, ni contar las veces que el sermón del padre nos arrulló. Había dos momentos especiales: cuando mi mami con devoción nos hacía levantar las manos para la bendición de los niños, ¿por qué nos emocionaba? sabíamos que el reloj estaba en el lugar “Esperado”.
La rotación transcurría como un cambio de guardia en el Palacio de Buckingham, no había que decir nada. Ya sabíamos quién había llegado primero y a quién le pertenecía ese espacio de la banca. Claro, si ese día estábamos sentados. Al salir, algunas veces íbamos a comer algo, caminar o recorrer el inmenso mercado que crearon los vendedores ambulantes (ropa, zapatos, pijamas, chaquetas). Cada fin de semana se cierra una calle completa para eso, todo se paraliza en la zona.
Una mirada a la distancia

Con el tiempo no solo empecé a disfrutar el plan, aunque ahora que lo pienso no sé si buscaba hacerlo más ameno. Pues con devoción pedí un librito de oraciones que hacía durante toda la misa, no entendía nada y si el sitio era para orar, pues al menos hacía mi propia “misa”. También crecimos, mi hermano ya necesitaba su propia silla, no levantábamos la mano al final y el plan después de ir a Eucaristía también cambió.
Como todas las cosas en la vida “no sabes cuándo fue la última vez”, solo sé que después me formé como catequista y durante muchos años colaboré en una parroquia cerca de mi casa y a pocas cuadras de la mediática del Santuario del Niño Jesús. Esta vez sí por voluntad propia y sin libritos de oración personalizados. Esa es otra historia….
Las librerías del Santuario del Niño Jesús en Bogotá fueron mi plan favorito muchas tardes, cuando bajaba con una amiga a ver libros para nuestras catequesis, otras veces a confesarme, a ensayar para el grupo de música, a comprar algún detalle en una de las tiendas religiosas de la zona o buscar algunas flores para una actividad especial. Espero que cuando todo esto se reactive, todas estas pequeñas empresas se reaviven, que el Niño Jesús no los desampare.
Lo que sí estoy segura que jamás se irá, es la bendición de mi mami que todos los días me encomienda al Niño Jesús.
Recomendaciones para la visita al Santuario del Niño Jesús en Bogotá:
- Si no eres muy amante de las aglomeraciones, puedes visitar la iglesia entre semana o un sábado. Siempre hay Eucaristías y el Santuario del Niño Jesús está más vacío.
- Si llevas carro la visita puede extenderse por varias horas. La fila para entrar al parqueadero del lugar es eterna. (Domingo)
- Si vas en transporte público, mejor usar Transmilenio (Portal 20 de Julio) que tienen una ruta especial, así esquivarás muchos trancones. (Domingos)
- Como en todas las Iglesias de la zona, en cuaresma y Navidad realizan misas a las 5:00 am
- Es una zona lejos del centro de la ciudad y está ubicada en una zona que muchos consideran peligrosa. No vayas con predisposición, pero sí con mucho cuidado. Pocas personas aprovechan la reunión de muchas personas para hacer de las suyas.
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