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San Martin de Porres, el Mulato Santo

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Perú tiene la particularidad de contar en su haber la mayor cantidad de santos de América Latina, ser el país donde se consagró al primer mulato santo de América, San Martín de Porres, quien fue santificado por la iglesia bajo el papado de Juan XXII en el año 1962.

Este religioso peruano pertenecía a la orden de los dominicos. Nació en 1579 de la unión de una persona blanca y una persona negra. Murió en el año 1639, siendo beatificado en el año 1837.

Su verdadero nombre era Martín de Porres Velásquez, siendo sus padres  legítimos Juan de Porres, un hidalgo español quien lo reconoció dándole su apellido, y Ana Velásquez, una mujer de color de Panamá, y también tuvo una hermana llamada Juana.

Su pasión y fe religiosa le significó que la comunidad cristiana lo reconociera como el Santo de la Escoba por ser su primer oficio cuando ingresó al convento Nuestra Señora del Rosario de Lima. También por su vida de privaciones que aun hoy nos causan un alto impacto emocional.

La festividad del Mulato Santo

La fiesta anual en su homenaje se celebra el día 3 de noviembre, y sus seguidores en todo el mundo reconocen su gran apego a la oración, llegando a embarcarse en verdaderos éxtasis en coincidencia con su amor por Dios, y no se producían estos hechos en su celda sino en la presencia de personas que afirman que esto sucedía muy a menudo mostrando una devoción superlativa.

Llegaba a tal punto la entrega al sacrificio, habiéndose comprobado una permanente auto flagelación que realizaba en forma diaria  especialmente en pantorrillas, espaldas y en sus posaderas, sumaba a esta flagelación, el uso de una túnica hecha con cerdas de caballo ceñidas a su cuerpo y colgaba de su cuello una pesada cruz de hierro, causándole horribles heridas en todo su cuerpo, agregando severos ayunos a pan y agua, por lo cual los miembros de la congregación se sorprendían al ver tanto sumisión por parte de San Martín de Porres, y fundamentalmente por su increíble apego a la oración.

Este rito pasionario en su cuerpo y en su devenir, se comprobó que fue durante cuarenta y cinco años en forma ininterrumpida. Es decir el tiempo en que estuvo con los dominicos establecidos en su convento de la ciudad de Lima.

La vida de San Martin de Porres

San Martín de Porres, su casa en Lima
La Casa de San Martín de Porres, el Mulato Santo, en Perú

San Martín de Porres se inició como religioso el 2 de Junio de 1603. Mantuvo, hasta su muerte, la firme convicción de ayudar al prójimo siendo su rutina diaria la de entregarse a los desposeídos y a los enfermos.

A tal punto llegaba el desprecio que recibía por su color de piel, que se lo combatía en forma permanente. Aunque esto solo le daba más fuerza para preocuparse por los enfermos. Incluyendo animales a quienes no cejaba de asistir, estado en el que se presentaran, porque nada le importaba.

En un momento en el cual Perú atravesaba serias crisis políticas y sociales, el santo nos hacía distingo entre quienes acudían a su protección y ayuda, por eso era común observar a miembros de la alta sociedad, como a aborígenes, negros y hasta españoles radicados en esa tierra recurriendo a sus servicios como sanador, curador, médico y hasta hacía de barbero.

Su sacrificio para con la comunidad fue el vaso comunicante de su profesión religiosa, con los padecimientos sufridos por los desamparados, siendo esta su máxima virtud provocando lazos de unidad en momentos tan difíciles.   

Además de ser el Santo de la Escoba por su admirada humildad, se lo reconoce como el patrono de la Justicia Social. También representa otros patronazgos de diferentes gremios de la actividad comercial. Además de otros como los peluqueros, farmacéuticos, enfermeros. Lo distinguió la institución cristiana Caritas como su patrón, debido a su enorme trabajo con los pobres.

Otros detalles de la vida del Mulato Santo

Otros detalles de su vida terrenal es que el mismo cultivaba las hierbas medicinales para luego distribuía entre los enfermos. Muchas veces cumplía el papel de enfermero, hasta cirujano lo cual el valía, de manera elocuente, ser considerado un santo en vida.

Para su santificación se tuvieron en cuenta hechos milagrosos denominados bilocación, porque pese a estar en encerrados en su celda, se lo vio, al mismo tiempo, curando enfermos en Paraguay, Islas Canarias, México, China, África y Japón.

Se le atribuyen otros dones como el mandato sobre los animales y la sanación de enfermos en muy grave estado, quienes se curaron por la intercesión del Santo de la Escoba. Se cree, también que poseía virtudes como vidente.

Su fama era tal en la capital del virreinato del Perú, que se derramo por ciudades y pueblos. Por ello, a su muerte, el cortejo fúnebre no solo lo acompañó una multitud sino que el féretro lo llevaron sobre los hombros el arzobispo de México Feliciano de la Vega. También Pedro de Ortega Sotomayor, responsable principal de la catedral de Lima. Junto a Juan de Peñafiel, miembro de la Real Audiencia, y Juan de Figueroa Sotomayor, quien fuera alcalde de Lima.

Se puede visitar su tumba en la Basílica y Convento de Santo Domingo de Lima donde descansan junto a los restos de Santa Rosa de Lima y San Juan Macías en el llamado “Altar de los Santos Peruanos”.

Andres Aguilera
Author: Andres Aguilera

Profesor Andres Aguilera - Director Instituto I.S.C.A.D de Argentina andresaguileracor@gmail.com

©2023 Los Cabrera Comunicación ISSN 2683-8435

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