Ingresar a la Iglesia Cristo Redentor y Nuestra Señora de Lourdes en Atlántida, Uruguay, es comprender que la arquitectura es capaz de emocionar. El expresivo movimiento de las curvas en paredes y techo. El sutil manejo de la luz. Y la maestría en la disposición del ladrillo, nos regalan una experiencia diferente en la contemplación y uso del espacio. Desde 2021 forma parte de los Patrimonios Mundiales de la UNESCO.

Esta obra temprana del ingeniero Eladio Dieste. La crea desde su más íntima convicción religiosa. Busca expresar, arquitectónicamente, el contenido mismo del ritual, respondiendo de un modo claro y sentido a las necesidades de los fieles. “En el proyecto de esta iglesia, …procuré un estilo a la vez severo y amable de piedad, con una gran confianza en el espíritu cristiano de los humildes que han de usarla … Que la iglesia como arquitectura, no fuera un obstáculo para una piedad verdadera sino su manifestación primera” dijo el autor.
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El proyecto es entonces, mucho más que la solución a un problema constructivo o funcional. Las connotaciones del uso del edificio le preocupan personalmente. Por lo que todos y cada uno de los gestos de su arquitectura, son reflejo directo de sus ideas sobre la vivencia de la fe y la participación de la comunidad en la ceremonia.
“Me parecía -y lo es- una aberración, que la iglesia fuera sólo cosa de curas, de ‘especialistas’; o era de todos, o traicionaba su esencia comunitaria… La iglesia fue pensada de modo que todos se sintieran comunitariamente actores de la liturgia.”
Iglesias de Atlántida, detalles
Dieste propone entonces un espacio único calificado por la luz. Donde destaca el muro curvo detrás del altar que “recibe visualmente al pueblo cuando entra a la iglesia y lo rodea en el momento principal de la misa”. Y la matizada unión entre nave y presbiterio, a través de la eliminación del comulgatorio y la ubicación de escalones que vinculan ambos sectores sin perder cada uno su especificidad. Asimismo, bautisterio, sacristía, confesionarios y capillas laterales, todos fueron igualmente diseñados para expresar y significar el ritual.

El ladrillo es protagonista. Además de su función resistente, es el gesto expresivo que genera múltiples texturas jerarquizando cada sector: al fondo del presbiterio, una pared muy rugosa de ladrillos trabados e iluminados desde abajo, limita el espacio interior evitando un corte abrupto. En el mismo sentido, el muro calado que cierra el coro y define la fachada, relaciona el interior y el exterior a través de sutiles juegos de luz.
“La iglesia de Atlántida fue ‘mi Facultad de Arquitectura’…Y una obra que ha tenido consecuencias importantes. Me cambió la vida.”
Extraído de Disparos sobre la arquitectura 4: Eladio Dieste 2003 – Fotoclub uruguayo / Facultad de Arquitectura UDELAR